¿ Tienes Falta de Ereccion ?
La práctica totalidad de los fármacos destinados a combatir la
depresión coinciden en sus efectos secundarios: disfunción eréctil, falta de
apetito sexual e imposibilidad de alcanzar el orgasmo. La depresión es una
enfermedad mental que cada vez afecta a un mayor número de personas,
experimentando así síntomas que van desde un estado de ánimo irritable hasta la
disminución de las capacidades intelectuales con una recurrente tendencia hacia
el suicidio. En España, se calcula que unos seis millones de personas la
padecen en alguno de sus diferentes grados, según los datos de la Sociedad
Española de Médicos Generales y de Familia.
Una de las explicaciones recurrentes sobre el aumento de las tasas
de infertilidad tiene que ver con el auge en el consumo de antidepresivos.
Alrededor del 16% de los varones españoles en edad fértil padecen este
trastorno, por lo que se someten a tratamientos dañinos para el esperma. Según
un estudio publicado por la revista New
Sciencist, la paroxetina, que se utiliza para el tratamiento de la
depresión o trastornos de ansiedad en adultos, “ralentiza los espermatozoides
en su camino a través del sistema reproductivo masculino”. Sin embargo, existe
un fármaco antidepresivo comercializado bajo el nombre de Buproprión que, lejos
de provocar falta de apetito sexual, potencia
las funciones sexuales al igual que la Viagra. Aunque el Buproprión se
desarrolló anteriormente a la Viagra, existen varios factores históricos por
los que los médicos rara vez lo prescriben para combatir la disfunción eréctil.
Un fármaco demasiado adelantado a su tiempo
A mediados de la década de 1980, los laboratorios Glaxo Wellcome
(Burroughs-Wellcome por aquel entonces) subcontrataron a otros centros de
investigación farmacológica para estudiar los efectos secundarios del
medicamento, antes de solicitar la aprobación para su comercialización. En las
primeras pruebas se determinó que su consumo en dosis altas provocaba distintos
tipos de convulsiones en cuatro de cada mil pacientes, lo que triplicaba el
riesgo de otros antidepresivos. La
información publicada en los más prestigiosos diarios médicos del momento
provocó un fuerte recelo entre los profesionales médicos, que prefirieron
seguir prescribiendo los fármacos tradicionales contra la depresión.La
paroxetina daña los espermatozoides y los ralentiza en su camino por el sistema
reproductivo masculino
La farmacéutica cambió la fórmula del medicamento hasta equiparar
sus riesgos con el del resto de antidepresivos del mercado, pero el daño ya
estaba hecho. Las campañas
publicitarias de poco sirvieron para reimpulsar las ventas, hasta el punto
de que cuando se descubrieron sus propiedades para ayudar a los fumadores a
abandonar el vicio, se volvió a comercializar bajo otro nombre.
En aquellos años la compañía intentó subrayar las propiedades
contra las disfunciones sexuales del fármaco y se realizaron varios estudios.
Estas fueron las primeras investigaciones que se realizaron sobre el tema en la
historia de la farmacología, cuyos positivos resultados se publicaron unos doce
años antes que los de la Viagra. Estas propiedades pasaron desapercibidas y se
siguió definiendo este medicamento como un antidepresivo, sin más. La
investigadora clínica y sexólogaTheresa Crenshaw resumió el desinterés de la industria
en aquella época con las siguientes palabras: “Todavía
eran demasiado puritanos”.
Las reticencias a recetarlo todavía perduran
No fue hasta la década de los 90 que la disfunción sexual se
reconoció como un problema de salud. Entonces, el estudio que había dirigido la
propia Crenshaw sí fue retomado por la industria con un inusitado interés. A
día de hoy, la industria ya
reconoce al Buproprión como el antidepresivo que puede mejorar la satisfacción
sexual o, por lo menos, que no tiene efectos secundarios en este sentido.
Sin embargo, esta evidencia no parece haberse trasladado a los profesionales
médicos, entre quienes todavía pesa demasiado la negativa imagen granjeada por
los primeros estudios sobre el fármaco en los inicios de la década de los 80. Cuando se desarrolló este fármaco la falta de
apetito sexual aún no se había reconocido como un problema de salud
Si actualmente está consumiendo algún tipo de antidepresivo y ha
sufrido problemas secundarios relacionados con el apetito sexual, consulte con
su médico especialista acerca de la posibilidad de cambiar de tratamiento. En
EEUU incluso se combina la prescripción de algún otro antidepresivo con la de
Buproprión. Este segundo se
receta con un objetivo prácticamente igual al de la Viagra, recomendando tomar
una dosis baja (75 miligramos) unas dos horas antes de mantener relaciones
sexuales. A día de hoy sus únicos efectos secundarios son ligeros temblores
que, después de las primeras semanas, acaban desapareciendo por regla general.